martes, 9 de noviembre de 2010

Los primeros pasos de la transición digital de la radio en España

Los pioneros fueron los técnicos y periodistas de Catalunya Radio, que fue la primera emisora en utilizar un sistema de radioenlaces en 1980, iniciando oficialmente la transición digital. Cadena SER fue un poco más allá, siendo la única emisora española que desde 1988 usaba ya el satélite para la difusión de sus programas. Un año más tarde, Antena 3 Radio inició también la informatización de todas sus emisoras. Ya en 1990, Radio 80 incorporó el Digital Audio Tape a sus emisoras. En abril de ese mismo año Cadena 40 la primera en digitalizar sus emisiones. Pronto se unieron las demás emisoras, sobre todo las musicales, por la incomodidad que suponían los cartuchos y tocadiscos y la facilidad de escoger la música desde una pantalla táctil. De nuevo Barcelona se convirtió en 2002 en la primera ciudad con una emisora totalmente digitalizada (Radio Barcelona) con el ejemplo de Icat como primera emisora que integra radio e internet.

La falta de cohesión de los operadores, la popularización del servicio por parte del estado, pero sobre todo, el precio de los equipos receptores ofertados, en comparación con otras tecnologías y su escaso número, no han contribuido a su rápido desarrollo. Más allá de la implantación del DAB, está emergiendo una nueva tecnología llamada IBOC, que permite la difusión analógica y digital, utilizando una misma frecuencia. Además, los receptores están contentos con la oferta de canales radiofónicos, por lo que es lógico que no apoyen un cambio que puede empeorar la situación, que no les garantiza el mismo servicio a primera vista, sólo la compra de un nuevo receptor que tienen que volver a aprender a manejar.

En la nueva Ley Audiovisual aprobada a principios de este año, se incluye la obligación transitoria de aprobar un plan técnico para la digitalización integral del servicio de radio en menos de 18 meses. En ésta se indica que se respetarán las actuales concesiones de radio, tanto digitales, onda media y FM, adaptándose a la nueva tecnología digital. Vuelve a señalar la necesidad del apoyo de las empresas de telecomunicaciones que presten servicios de difusión, de industria electrónica y de las empresas automovilísticas para el abaratamiento y la difusión de los nuevos radiodifusores. Monserrat Bonet Bagant estima en número, de una forma muy optimista, en torno al millón de receptores, sumando las políticas nacionales, los estándares y el reparto del espectro como principales problemas que se tendrán que afrontar. Por otra parte, el modelo económico de las radios en España no facilita, el acceso a nuevos emisores, la introducción de nuevos formatos y favorece la concentración empresarial. Está claro que nadie quiere apostar por un modelo inestable, cuando están en juego más de 600 millones de ingresos.

La solución parece focalizarse en la apertura del espacio radiofónico a nuevos modelos y a la creatividad. Según Adelaida Bolea, otra solución para el éxito de la radio digital es el cambio del modelo de programación, evitando los grandes magazines conducidos por conocidas voces, que actualmente llenan las parrillas. Será una radio hecha para audiencias determinadas, más receptivas a la información transmitida y realizada por unos profesionales especializados. La programación se compondrá de fragmentos realizados a medida de la audiencia específica a la que se refiere, teniendo muy en cuenta también el papel de los anunciantes, que no desaparecerá con el cambio de modelo.

Como describe Juan Carlos Valencia, las mejoras en los formatos de almacenamiento, las transmisiones remotas, el establecimiento de emisoras, la modulación, la estereofonía, la digitalización o automatización de las emisiones han alterado los procesos de producción y han transformado la radio: “La radio es lo que la historia dice que es: no tiene una esencia, ha tenido y continúa adoptando nuevas formas. La radio es lo que es en un momento específico, en un contexto de usos y significación” (Beck, 2002, p. 8.2), por lo que, siguiendo la tendencia, la digitalización más no tiene porque convertirse en el único tabú radiofónico que no haya sido capaz de superar. No es habitual que el desarrollo se introduzca eliminando totalmente la tecnología previa, pero para esto, es necesario empezar a introducirla.

Actualmente, la mayoría de las grandes emisoras están optando por una reconversión rápida y barata hacia los nuevos sistemas de transición. El problema se focaliza en las pequeñas emisoras que no disponen de tantos recursos y tienen que elegir entre la conversión o la desaparición. Quizá ellos comiencen a elegir nuevas formas de transmisión online (los podcast se están imponiendo con mucha fuerza, frente a la radio online, de fácil desarrollo y conservación) más económicas y que no implique una lucha la otorgación de una licencia sometida más a las tendencias políticas y la disponibilidad económica, más que al empeño por la supervivencia, la necesidad de comunicar un mensaje o de dar cobertura a una población desinformada. Parece un modelo manejado sobre los intereses de esas grandes empresas y aprovechado para fomentar una mayor situación de desigualdad en vez de paliar las diferencias del mercado y evitar monopolios que sólo perjudiquen a los receptores y a la propia información.

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