martes, 9 de noviembre de 2010

La desregulación de la radio en España y sus consecuencias


  • Tras mucho tiempo sin escribir nada por aquí, he optado por retomar de nuevo el blog con un tema contundente, básico e histórico que todavía hoy sigue generando debate. La radio digital ha comenzado su andadura pero no termina de despegar como otros medios en su transición. Varios fenómenos y situaciones, que analizaré en post previos han luchado en su contra, pero la digitalización se impondrá como la necesaria evolución que el medio necesita para encontrar su hueco entre los mass and new media, la televisión y la poderosa World Wide Web.

Desde 1924 hasta 1975, el régimen de la explotación de la radio en España era mixto, con igual número de emisoras públicas y privadas; la excepción en un panorama europeo, que tuvo por norma el monopolio público sin paliativos. A comienzos de los años 80 comenzó la ruptura de los monopolios públicos existentes en toda Europa y se permitió la entrada de empresas privadas. Desde la consolidación del FM, el número de emisoras fue creciendo poco a poco. Así el mercado imitó la tendencia, registrando fusiones, traspasos o ventas de estaciones.

Todavía pervivimos en un periodo de convivencia entre dos modelos: aquel que garantiza a RNE la cobertura de todo el territorio; y un modelo de redes múltiples, en las que cada estación gestiona su propia frecuencia de la misma forma que en toda Europa. No se garantizan coberturas nacionales, pero sí locales, que benefician en teoría una mayor democratización de los contenidos. En realidad parece que se esté produciendo el efecto contrario, ya que los contenidos exclusivamente locales se han reducido, en pro de otros globales que pretenden llegar con la misma efectividad a audiencias generalistas, tratando de abarcar una mayor cantidad de temas; propósito que hasta el momento se antoja imposible. Otra causa que tenemos que sumar al freno de este modelo es la diferencia de intereses entre las empresas públicas y privadas y la visión política de los medios, demasiado distinta. Causa que queda para la reflexión.

La desregulación originó la reestructuración del sector y el comienzo de las concentraciones en torno a grandes grupos. Estos movimientos también afectaron a la oferta, los receptores y la publicidad. La difícil situación de las empresas y la saturación de este mercado están prolongando el periodo de ensayos de la transición digital o la suspensión total de la radio analógica (como quiera verse), a pesar de que España sea uno de los países que más publicidad emite a través de la radio. En el nuevo modelo queda en suspense la situación de radios comunitarias y vinculadas a organizaciones no gubernamentales, que se quedan sin espacio en el dial. ¿Dejarán la lucha tan fácilmente?

El 2000 fue el año en el que el Gobierno aprobó el plan técnico para la concesión de licencias de radio digital. Sin embargo, el sector parece que pervive o “mal vive” en un paro permanente, a pesar del servicio llegue a un 60% de la población, tal y como declara Alfonso Ruiz, presidente de la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR). Este experto también señala la falta de organización del espectro radio eléctrico y su propia escasez para dar cabida a todas las emisoras que siguen queriendo tener su propio espacio, el mismo que tenían en la radio analógica.

España no es el único lugar donde se produjo esa desregulación, puesto que en América del Sur, un gran número de estaciones locales han sido absorbidas por grandes grupos mediáticos. La cadena SER, aquella pequeña emisora que trabajaba a la sombra de Antena3Radio, ayudada por la dictadura y que supo aprovecharse de todos esos privilegios, es hoy uno de los mejores ejemplos de este tipo y de la confirmación del éxito del modelo descentralizado.

Estados Unidos por su parte ha sido considerada la iniciadora del movimiento de desregulación que se está produciendo en este sector, implantando la lógica económica como motor de desarrollo al trasluz de los nuevos avances, exigiendo a los “viejos medios” nuevas formas de comunicación. El argumento que Ángel Badillo y José María Cruz sostienen es que el estado español está sosteniendo la llegada de la radio digital a la espera de un necesario cambio de negocio y de modelo, que el mercado tiene que originar por sí mismo.

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